Zidane se movía con la armonía de un solo ser con el balón. Cada gesto suyo era pura maestría y elegancia innata, él orquestaba el juego con fuego interior. Sus pases eran de una perfección pasmosa, como https://rishiaysd743387.izrablog.com/38951304/detalles-inéditos-del-cabezazo-de-zidane